Coronemos a la Mater el 25 de marzo 2020 como
REINA DE LA SALUD DEL MUNDO
Canto inicial: a elección
(sugerencia: María Luz de Esperanza)
Oración
Amado Padre Dios,
Misericordia infinita, recibe hoy nuestra alabanza y adoración desde tantos
rincones del continente. Tus hijos nos volvemos a ti con filial confianza.
Hoy, en medio de
tanto sufrimiento que amenaza y golpea nuestras vidas, deseamos que tu mirada
vuelva a reposar complaciente en nosotros, librándonos del pecado y de la
muerte.
Padre, extiende
nuevamente tu mano paternal y sánanos, devuélvenos la salud,
vence el virus
que nos acosa y transfórmanos en tierra fecunda de paz.
Danos tu
bendición y obra el gran milagro: vuelve a regalarnos la salud del alma y del
cuerpo.
Oración a María:
Querida Mater.
Reina tres veces Admirable de Schoenstatt,
Aquí venimos
tus hijos y aliados a apelar a tu sagrado corazón
para que se
cumpla esa promesa que nuestro Padre Fundador comprendió así:
“Aún en las
tormentas y en los peligros guardarás fidelidad perenne
a la Alianza
que sellaste con nosotros
y que, con
tantas gracias, tú has bendecido.”
Tú ves
conmovida el dolor que nos aflige. Desvalidos estamos ante un virus que se
propaga veloz hiriendo a tus hijos, arrinconando familias y pueblos.
Se cierran
fronteras y en algunos lugares se agotan los medios para combatirlo.
Hemos elegido
este día de la Anunciación, para coronarte: Muestra tu poder de Reina, líbranos
de este mal, para combatir y superar el virus en el mundo.
Sé desde hoy la
REINA DE NUESTRA SALUD.
Coronación: Rezamos con el
padre Kentenich (Hacia
el Padre, estr. 628, 541, 536, 552ss):
Acepta que te
proclamenos Reina del Universo;
enciéndenos en un
ardiente amor por ti;
haz que inflamemos
al mundo entero en tu servicio,
para que todos los
pueblos encuentren el camino seguro hacia la Patria.
Tu santo corazón es
para el mundo el refugio de paz,
el signo de
elección y la puerta del cielo.
Madre, con tu Hijo
Divino desciende a los caminos de nuestra patria para
que,
siguiendo vuestras
huellas, encuentre la paz verdadera y estable.
Patria, sólo
tendrás salvación si, en amor, te unes a María y a su
Hijo.
A cuantos me son
queridos, nuevamente los inscribo en tu corazón a sangre y fuego y recorro sin
angustia el camino de vida que la sabiduría del Padre ha previsto.
En grandes pesares
y amargos dolores, no obstante mis faltas y culpas,
benigna escuchaste
mi oración, mi súplica filial.
En dolor y congoja,
cuando arreciaba la Guerra y el fuego emergía,
con tu poder
bondadoso que mantiene vigilancia, Madre, me cobijaste.
En años de tormenta
cuajados de peligros, a todos los míos, que a ti se estrechan, los cuidaste
solícita, inconmovible y fiel.
A través de
tinieblas y tiempos de caos, de tu mano, Madre, él
me guiará
hacia el hogar, la
patria del cielo.
Tras todo llanto me
reunirá con los que amo y fueron fieles:
juntos
contemplaremos al Cordero en la presencia de Dios. Amén.
Bendición final:
Descienda la
bendición de Dios sobre los consagrados por entero a Schoenstatt trayéndoles
felicidad y salvación, aquí y en la eternidad. Amén
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