Sentimos el hombre viejo en el desorden interior que nos aqueja y en el dramático desorden de la sociedad.
En Mateo 5, 14-16, Jesucristo nos pide que seamos luz del mundo con buenas obras para dar gloria al Padre. Jesús nos rescata pagando en la cruz nuestra desobediencia. Nos renueva haciéndonos a su imagen y semejanza. Ese es el hombre nuevo.
Son los hombres nuevos los únicos capaces de crear un orden nuevo en la sociedad. Cristo nos renueva y nos hace renacer en el amor.
Schoenstatt cifra todas sus esperanzas en la creación de hombres y familias auténticamente nuevos, por medio de una seria autoformación.
La misión de la familia: transmitir, custodiar y revelar el amor de Dios en el mundo. El hombre que ama, el hombre nuevo, ha de surgir de la familia que es santuario de vida y de amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario